martes, 27 de febrero de 2018

LA MAGIA DE CUCUTA EN EL SIGLO XIX - Capìtulo 4

CAPITULO 4 EL SITIO DE CUCUTA, EL CULMEN DE LA GUERRA DE LOS MIL DIAS

Trinchera de la Av. 7a con Calle 8a, antes del ataque del Ejercito Gobiernista.



Muchos historiadores Colombianos han relegado “El Sitio de Cúcuta” como un acontecimiento sin relevancia para ese cruel capítulo de la historia colombiana, sin embargo, la posición tanto económica, geográfica como política de la cuenca marabina en ese momento histórico era tan relevante, que el Sitio de nuestra ciudad fronteriza era la pieza clave, no solo para los dos bandos de esta contienda colombiana, sino para el pulso político entre una “Colombia Conservadora y una Venezuela Liberal a ultranza” a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.


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Hagamos un breve repaso

LA CUENCA MARABINA, AMENAZA REGIONAL PARA BOGOTA Y CARACAS

Por el lado de Venezuela, desde que Antonio Guzmán Blanco pretendió el poder en ese país, primero gracias a la GUERRA FEDERAL (lucha de los liberales contra el gobierno conservador de la época) que él había liderado y después, desde 1870 cuando fue Presidente de Venezuela por primera vez (tuvo 3 periodos presidenciales 1870-1877, 1879-1884, y 1886-1888) y hasta que llega CIPRIANO CASTRO AL PODER en 1899, Guzmán Blanco fue uno de los autócratas más poderosos e ilustrados de américa en el siglo XIX, gran líder de la Corriente política denominada LIBERALISMO AMARILLO, que derroco el poder conservador en Venezuela desde su independencia y que concentro el poder en su nombre para gobernar desde caracas.

Guzmán Blanco, veía como día tras día, Maracaibo, San Cristóbal y Cúcuta, el denominado Triángulo de oro, iba tomando vuelo económico y una fuerza regional incontenible que amenazaba con convertirse en una región independiente y dada la tendencia separatista que pululaba en el ambiente, decidió, de manera muy inteligente y paciente, debilitar el poder económico marabino; sabía que no podía enfrentar de manera directa la “fuerza liberal andina” pero intentó cambiar el flujo económico de los Andes venezolanos debilitando el puerto de Maracaibo, creando una nueva vía San Cristobal – la fría, para fortalecer A Puerto Cabello como principal puerto marítimo y económico en Venezuela y el cierre de la frontera en el rio que llevaba toda la producción Agricola desde Cúcuta a Encontrados y de allí a Maracaibo. La amenaza Marabina se aumenta para Guzmán Blanco cuando en 1875, no solo el poderío económico del café y el cacao le dan fortaleza económica a la Cuenca, sino que el terremoto de Cúcuta deja al descubierto en los Andes Tachirenses Venezolanos el primer poso de petróleo de américa y se encuentra con que desde Cúcuta se inicia lo que se llamaría la REVOLUCIÓN LIBERAL RESTAURADORA, donde los Liberales Andinos Venezolanos apoyados por los liberales Cucuteños (Colombianos), llevaran a Cipriano Castro al Poder, es decir, los Liberales de la cuenca Marabina contra los Liberales Amarillos de Guzmán Blanco.    

Y si en Venezuela llovía, por Colombia no escampaba.

No tratare de explicar aquí al detalle por qué se dio la guerra de los mil días y cuáles fueron los sucesos políticos que la desataron, pero si hare un breve marco para que se puede entender por qué Cúcuta, desde el poder central, debía ser anulada para los fines del gobierno en esta cruenta guerra.
Desde que se inicia la Hegemonía conservadora en Colombia (1886 – 1930) en 1886 con su primer presidente José María Campo Serrano, se instaura una constitución centralistas y conservadora con una altísima influencia de la iglesia católica en el poder político colombiano y que además era de marcada línea conservadora.


Caricatura de Ricardo Rendona principios del Siglo XX.

El poderío de la cuenca marabina y de Cúcuta como la mayor exportadora de café convertían a esta región en una potencia económica, que por su alta influencia europea, era de corte liberal, en frontera con un país (Venezuela) de marcadísimo poder liberal y que además ejercía alta influencia en los Liberales Radicales colombianos que hacían oposición al Partido Nacionalista de la “REGENERACIÓN” liderado por Miguel Antonio Caro, quien creía en el poder central y que por la situación política y económica de la cuenca marabina, Cúcuta no encajaba en dicho modelo político colombiano.

Caro, también intento debilitar el poder económico de la cuenca intentando hacer la ruta Cúcuta- Medio Magdalena, el cable de Ocaña Aguachica, entre otras varias tentativas de desviar el flujo económico del lago de Maracaibo hacia el Magdalena.

En Cúcuta, la altísima influencia Alemana ya había encendido las alarmas en el poder central del Clero colombiano ( y este, presionando al gobierno conservador) ya que estaba claro que los Alemanes  eran considerados Masones de tendencia Protestante Calvinista, a tal punto que en Cúcuta, ellos debían tener un cementerio exclusivo por no ser aceptados por la iglesia en el cementerio central de la ciudad; esto, además de la alta influencia europea en los derechos igualitarios del hombre tan mencionados en el siglo XIX y de alta circulación en la nueva sociedad cucuteña, hacían de Cúcuta, la ciudad Liberal por excelencia, situada no solo en el centro de dos naciones en disputas políticas antagónicas, sino en el centro del huracán económico y el auge de desarrollo Marabino de finales del siglo XIX.

En los últimos 50 años del siglo XIX, Cúcuta estuvo en medio del “SANDWICH” político, entre la Hegemonía Conservadora Colombiana y el Liberalismo Amarillo de hegemonía “Guzmancipadora” venezolana, que hacían de la Frontera colombo – venezolana el caldo de cultivo de las sañas centralistas.

De tal forma que el Sitio de Cúcuta no se hacía esperar y era necesario poner fin a este poderoso foco con tentativas beligerantes y de intensión separatista que se cocinaba en Cúcuta para toda la región Marabina y el inicio de la guerra era la mejor oportunidad para tal propósito.

LA GUERRA DE LOS MIL DIAS

Desde 1886 el estado de Santander pasaba a ser el nuevo Departamento de Santander al que pertenecían las provincias de Ocaña, Pamplona y Cúcuta, y allí inicio la guerra.

El 18 de Octubre de 1899, El presidente Manuel Antonio Sanclemente declaró “Turbado el Orden Público” y envió al ejército nacional a Santander (Bucaramanga) para contener el foco de insurrección que desde Cúcuta se venía gestando en cabeza de su más acérrimo crítico, Rafael Uribe Uribe, que desde su curul como congresista, atacaba las políticas centralistas del Gobierno Conservador, como el único vocero del Partido Liberal en este congreso de totalidad conservadora. Uribe Uribe se reunía en Cúcuta con varios líderes liberales del país y de Venezuela, entre ellos Benjamin Herrera y el mismo venezolano Cipriano Castro, el Hacendado y futuro dictador Venezolano Juan Vicente Gómez, entre otros, en donde planeaban no solo el levantamiento liberal colombiano contra el poder Conservador, sino la Campaña Restauradora Liberal del Exiliado Castro, hacia Venezuela, campaña que daría sus frutos para Castro gracias a los ejércitos liberales colombianos.   

En Cúcuta se cocinó la mayor parte del levantamiento a los gobiernos centrales de Colombia y Venezuela; Los Alemanes mediaron en apoyo a estos temas no solo ideológicamente, sino estratégica y económicamente; ellos habían invertido mucho dinero no solo en el ferrocarril de Cúcuta y en el préstamo de dinero a pequeños campesinos para el cultivo de las parcelas cafeteras, sino que habían adquirido grandes cantidades de dinero en créditos internacionales para tales propósitos y para su recuperación era necesario el libre tránsito fronterizo y el libre comercio binacional, que siempre había imperado en la zona y que últimamente se veía amenazado por los intereses centralistas de ambos países y por la caída de los precios del café en el mundo. Por eso era tan necesario que la revolución Liberal restauradora de Cipriano Castro en Venezuela fuera un éxito, como el de terminar con la Campaña Regeneradora conservadora colombiana, tarea encomendada a Uribe Uribe.

LA BATALLA DE PERALONSO

El General Ramón González valencia, Conservador Nortesantandereano,  sería el encargado de liderar los ejércitos gobiernistas para contrarrestar los ejércitos Liberales dirigidos por Rafael Uribe Uribe y Benjamín Herrera.


En la Gráfica, sentado se encuentra el General Ramón González Valencia

La matanza fue horrible, pues en menos de una semana murieron a orillas del rio, más de 2200 personas (700 conservadores y 1500 liberales), sin embargo, fueron los liberales los que se llevaron la victoria ese 18 de diciembre de 1889.

El segundo encuentro lo escogieron los revolucionarios liberales en cercanías a Bucaramanga, la que se llamó la Batalla de Palo Negro, el 10 de mayo de 1900.

Parecía una pelea de “Tigre con Burro amarrado”, ya que eran 18.000 conservadores bien armados contra 7.000 revolucionarios que no pudieron contener la fuerte envestida conservadora y el General Vargas Santos, Desistiendo de la batalla, dirigió el diezmado ejercito liberal hacia Ocaña.

EL SITIO DE CUCUTA 12 de Junio de 1900

Cipriano Castro ya era el nuevo Presidente de Venezuela, había llegado al poder gracias a los ejércitos liberales colombianos en 1899 y había nombrado al General Colombiano Benjamín Ruiz como Presidente del Estado del Zulia (Maracaibo), en agradecimiento a los Liberales Colombianos que le ayudaron a obtener el poder en Venezuela. Una Vez Castro se enteró de la Derrota del General Vargas Santos y sus revolucionarios en la Batalla de Palo Negro, Decidió enviar al Médico General Benjamín Ruiz, con tropas y armamento a la ciudad de Cúcuta para protegerla de la llegada del ejercito gobiernista; el Orden de la Frontera debería seguir siendo liberal y desde allí, el poder liberal hacia el resto del país. Cipriano Castro no abandonaría a los comerciantes alemanes cucuteños, ni mucho menos a Rafael Uribe Uribe  y su ejército revolucionario en la campaña de llegar al poder central colombiano.

José Manuel Marroquín lo tenía claro, debía acabar el foco de insurrección desde Cúcuta y para eso, debería de apoderarse de esta ciudad para cortar el cordón umbilical que su homólogo venezolano había creado con la insurgencia liberal colombiana. Decidió entonces enviar a un NORTESANTANDEREANO (o mejor, un Santandereano para esa época) nacido en las tierras del triángulo de oro marabino, el General Ramón González Valencia.

El General Benjamín Ruiz, opto por resistir los embates del gobierno, sitiando la ciudad, creando trincheras en las esquinas de las calles rodeando el centro de Cúcuta y concentrando a toda la ciudadanía dentro de ella. Las familias conservadoras de la ciudad fueron retenidas en varias de las casas de la ciudad, pero fueron tratadas amablemente pese a las circunstancias y a las familias liberales se les permitía un salvoconducto para dirigirse a las poblaciones fronterizas de Venezuela o el transito dentro de la ciudad pero con el cuidado de tener a los ataques gobiernistas desde la Piedra del Galembo y desde los diferentes puntos de ubicación de los ejércitos conservadores.


Plano extraído del libro “EL SITIO DE CUCUTA” de Guillermo Ramón García - Herreros

La trinchera de la Calle 12 con avenida 3ª en el Hoy Parque Colon, fue tal vez la más sangrienta de las 15 ubicadas en las esquinas de Cúcuta. El intento de los Gobiernistas por querer entrar y el de los Liberales por no permitirlo, desato una mortandad en ese parque, que al cabo del sitio, el tifo, la Disentería, la viruela y otras enfermedades devastaron en los cucuteños. Esto solo se podía comparar con la peste de Fiebre Amarilla que azotó a Cúcuta a finales del siglo XIX.


La torre de la Iglesia San José resistió el embate de las granadas lanzadas desde la piedra del Galembo y fue el lugar estratégico de los liberales ya que, al tener Cúcuta las primeras líneas telefónicas del país, se instaló un teléfono en la torre y desde allí se monitoreaban los avances de las tropas gubernamentales de día y se atacaba desde el campanario con francotiradores que hacían difícil la labor de asedio por parte de los gobiernistas a las trincheras de la ciudad sitiada.  

el siguiente grupo de fotos es extraido del libro “EL SITIO DE CUCUTA” de la serie "Cuadernos de Cultura" del Instituto de Cultura y Bellas Artes de Cúcuta 1974, de Guillermo Ramón García - Herreros
















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